Poema De Carlos Aiub

Pintura Marc Chagall
cuatro
me marcho despacio
siguiendo una estrella dirijo mis pasos
ya es de mañana
como cada día
un coro de aves anuncia el suceso
y un ángel payaso
como mi destino
señala el camino
que es un tobogán
por donde deslizo mi andar cabizbajo
anoche fue otra
la almohada un banco
en plaza de barrio
manto de luciérnagas
reloj de los autos
que así despertaron
mi ausente letargo
me marcho despacio
adonde me lleve mi ángel payaso
hasta aquella estrella
que alumbre mis pasos
y así cuando llegue
al jardín que busco
(o encuentre un abismo)
termina el camino
arranco una flor
o sino me largo.-
Carlos Aiub
Carlos nació en Coronel Dorrego y entre colegio, fútbol –con mas ganas que habilidad, según cuentan-, clases de plástica y algo de Beatles, trascurrieron allí su infancia y juventud junto a sus hermanos menores, Riqui y Marita. Algunas viejas fotos lo delatan por esos años sobre el altar de la Iglesia del pueblo, primero como disciplinado monaguillo y luego como miembro de Acción Católica, confirmando su condición de chupasirio, tal como muchos lo recuerdan cariñosamente.
Una vez terminados sus estudios secundarios, Carlos emigró a La Plata a estudiar Geología, carrera en la que se graduó tiempo después. Durante esos años, la facultad, la pensión y la realidad descubrieron para él que la iglesia no era herramienta suficiente para alcanzar los cambios legítimos con los que comenzaba a soñar. Se acerca al Peronismo de Base e inicia su militancia barrial; allí conoce a Beatriz Ronco -Bea en sus poemas- quién fue su compañera, esposa y con quién tuvo dos hijos varones. Juntos y en compañía de Riqui, eligen al Movimiento Revolucionario 17 de Octubre (MR-17) como nuevo espacio de lucha, sería el nuevo y definitivo.
El golpe de estado de 1976 hirió trágicamente a la historia del pueblo argentino y lo hizo con la misma intensidad en la familia Aiub: el 9 de Junio de 1977 detuvieron en La Plata a Beatriz Ronco y Ricardo Aiub, al día siguiente a Carlos, de quienes jamás se conoció su paradero; un mes después en un operativo asesinaron a Marita, a su esposo Rafael y a Claudio, el hijo de ambos de solo dos meses de edad; también en julio de ese año, secuestraron en Coronel Dorrego a Maria, la madre de los hermanos Aiub, que tras ser brutalmente torturada, fue liberada días después. Con estas desapariciones y asesinatos aún cercanos en tiempo y espacio, fue hallado el viejo cuaderno anillado que todavía atesora los versos de nuestro padre; versos aparecidos.
La literatura fue una de las grandes pasiones de Carlos, él amaba la lectura y aún graduado y trabajando como docente en el Museo, continuaba sosteniendo su trabajo alternativo de venta ambulante de libros. La búsqueda por conocer qué libros habitaron su biblioteca no ha sido muy esclarecedora, a través de testimonios solo descubrimos que alguna vez recomendó como de lectura imprescindible a "A sangre fría" de Truman Capote y "Otra vuelta de tuerca" de Henry James. Es en este campo de sensibilidad y letras, donde nuestro padre libra batallas por escribir poesía o como el mismo definió por “escribir esos versos que aún intentás a golpes”.
Sus poemas sangran ante las evidencias de un mundo cruelmente desigual y persiguen el vértigo y la intensidad de una transformación urgente. Son flechas certeras que decodifican un universo de entrega y compromiso, donde la cercana posibilidad de la muerte no está siquiera seducida por la duda de una alternativa posterior, sino padecida como el vacío que no permitirá sintetizarse en ese triunfo inexorable. Su poesía encuentra espacios para reconocer en su amor por Bea al motor necesario para el cotidiano andar dentro de la realidad viscosa; nos cuenta sobre sus hijos, flores y proyectos, temiendo una violenta imposibilidad a verlos crecer, pero confiando en la libertad como único posible legado.
Hace algún tiempo, Juan Gelman, recordando a Paco Urondo, describía la indivisible unión entre militancia y poesía que el poeta desaparecido había alcanzado:
“No hubo abismos entre experiencia y poesía para él; corregía mucho sus poemas, pero supo que el único modo verdadero que un poeta tiene de corregir su obra es corregirse a sí mismo, buscar los caminos que van del misterio de la lengua al misterio de la gente. Luchó con y contra la imposibilidad de la escritura. También luchó con y contra un sistema social encarnizado en crear sufrimiento."
Difícilmente encontremos un modo más claro para entender la vida y la poesía de Carlos Aiub.
El rescate de estos versos hacia su publicación en papel y en su hermano formato web (www.versosaparecidos.com.ar) hubiese sido imposible sin la desinteresada entrega de Emiliana Carricondo, Julian Axat, Soledad Rodriguez Sabater, Verónica Sanchez Viamonte y José María Pallaoro. Imprescindible también resultó HIJOS y su incansable lucha, refugio desde donde aprendimos a reencontrarnos con nuestros viejos. A todos ellos, infinitas gracias.-
Ramón Aiub Ronco y Juan Aiub Ronco
Junio de 2007
Gracias Juan por permitirme publicar este poema de tu padre
Los invito a visitar: www.versosaparecidos.com.ar donde hay más poemas de Carlos.
